5 de septiembre de 2010

Adiviná qué!

Juan, en el cuarto, haciendo algo, quizás ordenando, tal vez arreglaba un control remoto. Francisco se asomó a la puerta, extendió el brazo, se apoyó en el marco y a que no sabés quién se murió, le dijo. Juan dejó de hacer aquello que hacía, levantó la vista, le pareció de mal gusto analizar postulantes con avanzadas chances de muerte, no sé, Fran, dijo. Es un familiar mío y vos lo re conocés. ¿Tu papá? Francisco lo miró serio, ¿pero sos boludo, cómo se va a morir mi papá? Juan puso cara de desconcertado, no sé, ¿el moncho? Ah... pero sos un reverendo pelotudo, dijo y se fue.

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