4 de mayo de 2008

Hasta el cuadril

Este relato surge a partir de una iniciativa de Fernando Airas de Vespertine, a la que gentilmente fui invitado a participar. La propuesta es relatar una metida de pata, esas que después nos preguntamos "cómo pude haber sido tan idiota"; juramos nunca más volver a comportarnos de una manera tan absurda, convencidos de haber aprendido la lección y madurado. Nadamás lejos de la realidad. Dos reglas bien simples: las anécdotas deben ser verídicas y autobiográficas. Espero les guste.


Forma y contendido, son los dos aspectos que componen todos nuestros actos. Son independientes, y la falta de uno puede ser parcialmente compensada por la acción del otro.

“Ya que la hacemos, hagámosla bien” es una de las aplicaciones de este concepto, en el cual el contenido puede ser equivocado, pero la forma en que se realiza merezca nuestra reverencia.

Aquel brillante robo al banco, en la que los reos escapaban en un gomón por túneles subacuáticos mientras montaban el show de toma de rehenes a la vista de los policías. A quien no le robó una sonrisa y un guiño permisivo simplemente por la genialidad de la ejecución de su obra. Nadie aprueba el contenido de aquel acto, pero la es verdad que la hicieron muy bien!!... La forma compensa al contenido equivocado.

Cuando vemos o reconocemos haber hecho un acto con excelencia tanto en contenido como en la forma sin duda nos estremecemos, rendidos a sus pies.

Ahora qué pasa cuando erramos ambos? El 31 de diciembre de 1996 tenía 20 años y estaba en pareja desde los 17. Y ese día equivoqué groseramente ambos. Años más tarde entendería que la rotura definitiva de esa relación acarreaba fisuras desde aquel entonces.

Ella se había ido dos días después de navidad en un viaje a varios hemisferios y latitudes de distancia, por tres meses. Aprovechando una gran posibilidad de viajar a la que yo no accedía. Al menos no en ese momento. Dejándome solo. A mí. Solo. Por supuesto la dejé e incluso alenté a que hiciera el viaje.

El día después de su partida me inundó un ataque de furia, bronca e impotencia. Quise vengar su abandono. Aquel día fui bien hombre.

1 de Enero de 2003, Buenos Aires, El Divino, 3:30 a.m. serían las coordenadas del inicio de una de mis peores equivocaciones. Y es el día de hoy que todavía me pregunto si es que no dejé un rastro que aún no pude revertir.

Esa noche fui víctima del legado masculino, que nos pide dejar bien en alto nuestra raza. Luego del brindis familiar y de derrochar varios felices años nuevos, salí a la caza de mi reivindicación, de mi honor, de mi dignidad masculina. Macho que se respeta no se deja abandonar sin contraatacar. Y lo que me correspondía era hacer a mi novia infiel. Se lo merecía. Así demostraría lo muy hombre que yo era.

Nunca lo había hecho, y no sabía bien cómo hacerlo, pero eso no me detuvo. Llegué al boliche, inspeccioné el hábitat de caza, me hice dueño de mi espacio, localicé y abordé a la mujer con la que recuperaría mi dignidad. Empecé a darle forma al contenido: algunos tragos, baile sensual, palabras al oído, una mano en su cintura y una mano cerca de su cara. Cociné a fuego lento entre una y dos horas, hasta llevarla a punto caramelo. Y lancé la propuesta: “nos vamos?”.

Subimos al auto y nos fuimos. Hasta ese punto parecía un experto en la materia. Si mi vida fuera a ser recordada por este acto, estaría en la misma vitrina de “Los que la hicieron bien,” junto a los ladrones del Banco Río. Pero la noche no terminó ahí, y todas y cada una de las decisiones que tomé a partir de ahí fueron un encadenamiento de desaciertos.

A mis veinte años, con padres separados y viviendo con mi madre y hermana menor, la primer elección tenía tres posibilidades. Ir a un hotel alojamiento, ir a la casa desocupada de mi padre (fuera de bs.as.), o ir a mi casa, en la que mi madre y hermana dormían. La primera opción fue fácil y dignamente descartada: nunca me gustaron los telos. La segunda no fue tan simple, y no podía desestimarla sin hacerme cargo de algo que nunca podría aceptar: que inconscientemente necesitaba algún testigo. Por lo tanto pasé por alto esta decisión y conduje, sin auto-debates, directo a mi casa.

La desenvoltura, confianza y naturalidad con que me había manejado hasta subirnos al auto parecían haberme abandonado. Manejaba hacia un terreno desconocido. Estaba dando un paso del cual no me sentía seguro. Y empezaba a sentirme nervioso. El clima lujurioso y vibrante que antes nos envolvía y me protegía nos había vomitado a la cruda luz del día, al silencio incómodo que no supe cómo llenar durante los quince minutos del recorrido.

Ya no tenía ganas, ella ya no me excitaba, ya no quería engañar ni demostrar nada a nadie, pero ya no podía volver atrás. Hubiera sido de muy poco hombre decirle que retiraba mi propuesta en ese momento, hubiera sido de muy poco hombre tener una atractiva mujer servida, lista para faenar y rechazarla, hubiera necesitado de demasiada valentía.

Llegamos al rededor de las 5 de la mañana a mi casa, y mientras estoy buscando las llaves, veo que la puerta de calle se abre. Asoma punzante la nariz negra de Jerónimo, mi perro, desesperado por salir a su primer paseo matinal del año, y tras él mi madre. “What are the chances!!” diría Pheabe, de que mi madre se despierte un primero de enero a las cinco de la mañana para pasear al perro? Las chances eran ínfimas, pero todo lo que podía salir mal empezaba a hacerlo. Nos quedamos, todos salvo Jerónimo, helados, duros, sorprendidos, sin saber cómo seguir. “Hola!” le dije, o me dijo, “hola!” respondí o me respondió, y entramos nosotros y salieron ellos.

Sólo quería que todo terminara, hacer lo que tenía que hacer y olvidarme de todo. Pero todavía no había hecho nada. Subimos hacia mi cuarto, y al entrar, veo entornada la puerta del cuarto de mi hermana. Tenías sus persianas bajas, y el cuarto estaba oscuro, pero alcancé a verla acostada, y me pareció ver sus ojos abiertos.

- “Hola mati”- me saluda dulce e ingenuamente desde la cama.
- “No jodas, dormite que es tarde”. Y me vería entrar a mi cuarto, acompañado por una chica que no era mi novia.

Mi hermana tiene ocho años menos que yo, así que tendría 12 entonces. Es la persona más dulce y vulnerable que conozco. Lo sigo siendo, pero en aquel entonces yo era su Hermano Mayor. Y su Hermano Mayor, a quien ella admiraba, la exponía a un nuevo mundo de preguntas. Y la visita guiada al mundo de las relaciones sexuales la iniciaba por la puerta de servicio de la cocina, donde se tira, se deja y tapa la basura.

Entramos, esta chica y yo, y no hicimos todo lo que habíamos ido a hacer. Yo no quise y no pude o no pude y no quise. Y se fue.

Al día siguiente, mi madre tuvo una conversación conmigo, la que no recuerdo con exactitud. Además del reto merecido, me dijo que mi hermana le había contado haberme visto, y que había llorado. “Llorado por qué?” pensé en aquel entonces. Por desilusión, decepción creo hoy. Hasta que punto no habrá incorporado cierta aceptación de la infidelidad, como algo válido, perdonable, aceptable?

Después de ese episodio, volvería a ser infiel algunas veces más, hábito que terminó con esa relación. Nunca hablé con mi hermana al respecto, y no se hasta que punto esa situación haya influenciado su creencia y valores sobre el tema. Espero que poco, pero no lo se con certeza.

Como dije al principio, uno puede equivocar lo que hace pero hacerlo bien o viceversa. No fue mi caso. La acción fue equivocada, y no pude realizarla de peor forma.

9 comentarios:

  1. Puf... si habré tenido de esas...

    Quizás ahora sí puedas hablar con tu hermana. Al fin y al cabo, ya está grande... ¿no?

    Es terrible cuando nos ponemos a prueba en función de valores externos.

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  2. Q bueno tenerlo de vuelta! Se lo extrañaba.

    Gusto. No solo por la narracion del hecho, sino por las reflexiones al respecto.

    A veces es necesario equivocarnos para aprender.

    Beso.

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  3. Excelente la forma en que lo relatás, estaba al borde de la silla. Muy buena la anécdota y muy mala leche. ¿Será que cuando un buen tipo quiere mandarse un moco le sale mal siempre? What are the chances???!!! Me sentí identificado con esa frase mil veces. Gracias por responder a la juntada y te vuelvo a felicitar, fue la que más me gustó.

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  4. RF, la infidelidad es un plato delicado de comer, más si el detonante es una seudovenganza mal administrada... Pero bueh! en estilos de metidas de pata vale cualquiera cosa.
    Me encantó el post porque la dinámica del relato no deja que te despegues del texto, la anécdota es divertida y, además, el detalle de "forma y contenido" hace que el relato cierre perfecto.
    Es lindo cuando la gente coincide con este tipo de convocatoria. Ha sido un gusto leerte!
    Te dejo un abrazo!
    Aqua, yo y mi otro yo

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  5. Bueno, pues para quitarle un poco de hierro al asunto, y hacerlo más jocoso, te mando a un blog de un chaval que escribe sobre situaciones nefastas (mucho menos dramáticas, e infinitamente más graciosas...). Y en algún momento contaré alguna de mis historias nefastas (que en ocasiones han sido bastante jocosas, para qué engañarnos, de esas que confirman el dicho de "lo que nos vamos a reír de esto algún día" -y de algunas sigo sin reírme). En fin... por lo pronto, ahí va el blog:

    http://ferranfg.isgreat.org

    busca las historias de "quedando bien", que te vas a reír...

    un beso!

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  6. portenita: si, ya es grande, unos 23 aprox. Es terrible, pero es dificil darse cuenta de que son valores no propios los que nos movilizan. Pero bueno, con los años creo que esa es una de las cosas que uno va aprendiendo, a definirse con sus propios valores. Espero no sigas teniendo muchas de esas.

    noel: estuve tan ausente? reconozco que hace un par de posteos que no escribía relatos
    "erotizados", aunque el anterior fue una mezcla entre anécdota y relato. Tuve un par de posteos easy reading, que por lo que veo no fueron de tu preferencia...
    Beso.

    fer: me alegro que te haya gustado el relato. Y muchas gracias por interpretar que soy un buen tipo!!! Que lo soy =0], pero me he mandado otras cagadas "airosas", aunque creo que lo que decis es totalmente cierto.
    What are the chances??? no puedo evitar leerlo con la voz y entonación de Pheabe, por supuesto riendome. Mas gracias te doy yo por haberme participado.

    aqua: no se si es un plato dificil de comer (está claro que yo en esa ocasión me indigesté),pero por suerte yo hace mucho que cumplo un régimen estricto de abstinencia. No me apetece. Un placer compartir contigo esta iniciativa.
    Otro abrazo.
    PD: yo también tuve un episodio con una inundación en un baño.

    gin: gracias por el link, lo visitaré. Otro beso.

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  7. permitame decirle que todos los dias visito su blog porq disfruto de todos sus relatos pero han sido bastante espaciados!
    la idea no es reclamar en tono de reclamo sino de demostrarle que ud se vuelve un poquito adictivo. y hace que se lo extrañe.
    espero que lo tome como halago.

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  8. tiene cierto tinte cómico, pero de un humor muy negro y fuera del alcance de ese joven que lo vivió

    hoy ya sólo es un recuerdo, deberías comentarlo con ella por mera curiosidad

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  9. en algunos aspectos quizás siga siendo demasiado joven todavía... =S

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