En lo que respecta a las relaciones entre el hombre y la mujer, el manejo del tema es un indicador muy contundente sobre el grado de avance en la misma. En mi opinión una relación no puede considerarse poseedora de verdadera intimidad, y no me refiero a intimidad sexual, hasta que ella no oiga y huela la música y bálsamo de los flatos de él. Deponer (que es una palabra que tengo en gracia) con la puerta del baño abierta, al tiempo que se mantiene una conversación con la pareja en otro ambiente de la casa, es otro síntoma de buena salud en la misma. Y tener esta conversación, con la pareja dentro del baño durante el acto denota un grado de maduración todavía mayor. Y si me permiten, el evento escatológico máximo al que una pareja pueda aspirar, como símbolo de estado de bienestar conyugal completo, es cuando ella le ofrenda su flatulencia a la pareja. Mujer que permitió al hombre conocer sus ventocidades, es mujer que se entregó en cuerpo y alma a su pareja.
Según internet, una flatulencia es un exceso de gases acumulados en el aparato digestivo. Este sería un estudio técnico y anatómico del mismo, pero además de estos, existen al respecto estudios sociológicos aplicados al estado de ánimo del individuo. Luego de algunos años de convivencia, ya puedo considerar a mi pareja una estudiosa del tema, y me tomo la libertad de compartir algunas de sus conclusiones. En alguna ocación me ha dicho: "Yo me doy cuenta de que ya no seguís enojado conmigo cuando te tirás un pedo. Por que cuando estás enojado nunca te tirás." Qué observadora, pensé. Y tiene razón. Aunque ella todavía lo niegue, mi conclusión es que indirectamente me está diciendo que quiere que lo haga más asiduamente.
En fin, todas estas disquisiciones tienen por objeto poner el marco adecuado a la situación que quería relatar.
El hecho inició hace cuatro sábados, a la mañana temprano. A pesar de la millonada de veces que depuse en mi vida, jamás de los jamaces tapé un inodoro. Pero todo tiene una primera vez y esa fue la mía. Afortunadamente para la situación, el objeto obstructor fue lo último en retirarse del inodoro, por lo tanto no hubo restos flotantes que me advirtieran del piquete. Sólo me enteré del incidente la siguiente vez que tiré la cadena. Simplemente el agua no se iba. No hice nada al respecto, sólo regresé al tiempo para ver si había evacuado. A los quince minutos el agua había bajado, pero no al nivel esperado. Volví a los diez minutos, cuando sí lo hubo hecho, con un balde de agua, para aplicar mayor presión y así desobstaculizar el paso. No tuve éxito, y decidí dejarlo así, con el agua casi al borde, deseando que por algún proceso químico, con el tiempo el agua fuera desintegrando la columna piquetera. Mientras tanto: baño clausurado. Mis necesidades urinarias de manera provisoria tuve que resolverlas en la bacha del lavadero. Mi altura y la maniobrabilidad del agente lo permitieron.
Al día siguiente, a pesar de mis anhelos, nada había evolucionado. Todo seguía igual de obstinado. La única diferencia era que mis necesidades religiosas exacerbaban mis nervios, y mis nervios por algún mecanísmo diabólico exacerbaban mis necesidades. Esforcé mi ingenio, busqué un alambre largo y repliqué lo que yo imaginaba era la forma de los conductos del desagüe. Lo introduje, de forma que por la curvatura que le había dado, entraba, giraba y subía del otro lado, por el conducto no visible. Lo metí tan profundo como pude, evitanto me mi mano se sumerja en el agua. Lo moví, buscando hacer contacto, pero no encontré mi objetivo. Necesitaba llegar más profundo, y para esto era imprescindible sumergir mi mano... dentro del agua estancada. Todavía mi dignidad era mayor a mi urgencia. En un nuevo rapto de lucidez pensé en utilizar los guantes de goma de la cocina.
"Carajo mierda" pensé, como es posible que en una casa no haya guantes de goma. Desistí por el momento, y nos fuimos a almorzar a lo de mi cuñada. A nuestro regreso mi mujer me pregunta:
- ¿Y por que no fuiste en lo de mi hermana?
- ¿Estás loca, viste lo que es ese departamento? Es 2 x 2, y el baño casi que está adentro del living.-
Además una vez sí lo hice ahí, y es el día de hoy que cada vez que voy ese baño, o mi cuñada o el novio, me advierten con sorna que tengo vedadas cierto tipo de prácticas en ese recinto. Por lo tanto, cuando voy a su casa, ni siquiera meo con tal de no dar pié al gaste fácil.
Regresamos, y no solo ese maldito inodoro no mostraba progreso alguno, sino que además yo había recargado mi estómago de alimentos a procesar. Digamos que yo no soy un come-caga-sin-escalas de pura cepa, pero tampoco estoy tan lejos es este paradigma.
En el momento en el que uno se olvida que tiene la imperiosa necesidad de descargar el peso excedente, mágicamente el malestar desaparece, pero en el momento en el que lo recuerda se renueva la urgencia de manera perentoria. Y así estaba, de rodillas en los mosaicos del baño, moviendo espasmódicamente el alambre que tenía mi mano, desprotegida bajo el agua estancada, y con la sopapa en la otra, luchando en absoluta desventaja contra el enemigo invisible. Pero ningún avance, ningún signo de progreso.
Un cocktel implosivo de frustración, impotencia y muchas pero muchas ganas de relajar efínteres, sin piedad por el calzón que atestiguara la avalancha, hizo que me sentara abatido en el piso del baño, casi a punto de llorar. Invoqué al mecanismo de no pensar en el asunto, y decidí hacer lo mismo hasta el día siguiente, cuando viniera un plomero salvador.
Me levanté en paz conmigo mismo. Sin embargo antes de darme por vencido se me ocurrió un último intento. Recurrir a la biblia de nuestros tiempo. "Google me va a destapar el baño" sentencié con cadencia épica. "como destapar inodoros"... + la palábra mágica: "buscar"... y voilá: "Personalizado Resultados 1 - 10 de aproximadamente 279.000 de como destapar inodoros. (0,30 segundos)". Impresionante, cómo no lo pensé antes!
Después de investigar foros, wikis, pdfs y demás bibliografía descarté la opción del ácido muriatico, si no tenía guantes de goma... que chances había de tener ácido muriatico? Finalmente, la receta más convincente y accesible fue la de hervir agua con sal, y hecharla al inodoro.
Eran aproximadamente las siete de la tarde cuando inicié la implementación de mi última esperanza. Tomé la cacerola llena de agua hirviendo y salitrosa, con una vehemencia memorable volqué todo el contenido al inodoro y retrocedí un paso para ver en acción mi elixir liberador. Aguardé con paciencia unos instantes, esperando que empezara actuar. Seguí esperando, hasta que no pude más que reconocer mi derrota. Todo seguía igual, el agua descanzaba plácidamente en mi inodoro.
Volví, con la cabeza gacha, determinado a terminar aquel día sin deposición. Me senté a ver tele, con la computadora al lado y con la radio prendida. Todo lo que tenía al alcance para entretener mis pensamientos lo pensaba utilizar. Lo intenté, y por un momento realmente pensé que lo lograría. Pero las misiones imposibles, solo no lo son tal para Tom Cruise, Jack Bauer o James Bond. Para mi, tanto como para el resto de los mortales, lo imposible por más que lo intentemos, es IMPOSIBLE.
- Basta!!!! No aguanto más, me voy a cagar al Mc Donalds!!!!!!!- grité, feliz con mi idea liberadora.
- ¿Al Mc Donalds??? Pero es un asco, deben estar re sucios esos baños, si deben pasar por ahí como 700 pendejos por minuto.
- ¿Un asco? ¿Vos estas loca? Se ve que no sos cagadora de baño público! Lo baños de mc donalds son de lo mejor que hay en el mercado, ¿cómo no se me ocurrió antes? Chau, me fui.-
- Ay, no me traes un mc swing ya que vas? dale, porfi!- me pidió, feliz con su ocurrencia, saboreando su imágen mental del helado. Yo accedí sin dudarlo, solo me quería ir al encuentro del mesías.
Fui corriendo al cuarto a buscar una campera, y cuando iba de salida, al pasar por el baño se me ocurrió darle la última oportunidad. Entro y encuentro al inodoro vacío. Hacía menos de cinco minutos que lo había dejado con el agua hasta el cuello, y se había vaciado demasiado rápido como para estar obstruido. Al parecer, mi experimento había funcionado. Pero tenía que corroborarlo. Tiré la cadena, y el agua cayó desde los bordes, hizo remolino y desaparecio por su cauce natural, como si así lo hubiera hecho siempre.
- Gorda se arregló!!!!!!!!!!!! Se destapó el inodoro!!!!!!!!- Fui hasta la cocina para compartir con ella mi felicidad, que era plena. Pero en su cara, a pesar de querer mostrarse contenta, no podía ocultar un puchero de decepción. - ¿Qué pasa?- le pregunté.
- Nada... es que me había hecho ilusiones de comer un mc swing-
Y tenía una desilución tan sincera, que me conmovió.
- Bueno... dejame que me hecho un garco y te lo voy a comprar.
Me senté y disfruté como pocas veces la gracia divina de deponer. Una vez liberado, me abrigué, subí al escarabajo y manejé liviano las cuarenta cuadras, en busca del helado que le devolvería a ella la sonrisa que a mi ya me había devuelto la caca.
Cagar y comer bien, nuestras las claves de amor.