16 de septiembre de 2008

¿En qué pensás?


EL

¿Me perdonas? [Sé que me estás escuchando]

¿Amor? [Dale, mirame.]

Por favor. Te juro que no se por qué lo hice. Fue una estupidez. [Y no se para qué te habré contado.]

Lo último que quiero es lastimarte. [Me quiero matar, qué imbécil soy, ¿para qué le habré contado?]

ELLA

... [¿Qué hago, le digo que yo también lo engaño? Que estúpido es, se piensa que todavía me puede lastimar. A esta altura me importa muy poco lo que haga con su pito.]

EL

Por favor hablame, decime algo. [Aunque sea insultame, algo, odio cuando no me hablás.]

No te quedes callada. ¿Estás muy enojada? Te juro que fue hace muchísimo, y fue la única vez, te lo juro.

...[¿Qué mierda se me cruzó por la cabeza? Que ataque de sinceridad sin sentido! Si soy un acérrimo defensor del “esas cosas no se cuentan nunca, y se niegan siempre. ¿Por qué?]

Por favor, yo te amo. Vos sabés que yo te amo, ¿o no?

ELLA

...[Si tarado, lo se, y ojalá no lo hicieras y me dejaras más tranquila.]

EL

... [uy por fin me miró, es un avance, mejor sigo por este camino.]

Vos también me amás, ¿no? [Con esto siempre la gano.]

ELLA

...[Ah bueno. Te crees que me vas a hacer la “psicológica”. No me provoques por que me vas a encontrar.]

EL

Mi amor, no te enojes. No estés enojada, vos sabés que yo te amo.

...[¿Y si le acaricio la cara? ¿Se dejará o será muy pronto? Mejor le pido que me diga que me quiere.]

¿Me querés?

ELLA

¡No, no te quiero! [Se lo dije! Que estúpida. Controlate Inés, controlate.]

EL

...[No, le pifié, todavía no me va a perdonar]

No me digas eso. Yo sé que me querés, pero todavía estás enojada conmigo.

ELLA

...[Lo mando a la mierda, si, si, lo mando a la mierda.]

EL

Mi amor ¿en serio no me querés?

...[Hacéte la valiente, quiero ver que me decís ahora.]

¿Me querés dejar?

ELLA

...[Sí estúpido, me muero de ganas de mandarte a la mierda. No te aguanto más]

EL

¿Vos serías capaz de dejarme? ¿Qué vas a hacer si me dejás? Yo no podría vivir sin vos.

...[Muerta de hambre, no tenés donde caerte muerta, ¿qué vas a hacer, volver con la cola entre las patas a lo de tu madre? ¿De qué vas a vivir, de organizar un casamiento cada 5 meses?]

ELLA

...[Hijo de puta, ¿te pensás que no me las puedo arreglar sin vos?]

EL

Dale, ¿por que no nos amigamos? [que ya me estás cansando, se me está agotando la paciencia. Quiero ya el make up sex.]

ELLA

Por que me fuiste infiel. [está bien, tenés razón, todos los casamientos me llegan por conocidos tuyos. Pero por ahora!]

EL

Pero eso fue hace mil años, y además todavía no estábamos saliendo formalmente. [Siempre me gustaron tus tetas, y cuando usas esas camisas bien abiertas me mata.]

ELLA

¿Me jurás que después de eso no me lo volviste a hacer? ¿Que fue la única vez? [ya vas a ver, te voy a sacar plata para armar mi empresa y te voy a mandar a cagar]

EL

Por supuesto, ya te lo dije: fue una estúpida y única vez. [Dale, que ya la tengo más dura que el mármol de la mesada.]

ELLA

¿Y me prometés que no lo vas a hacer nunca más? [Quizás sea mejor idea casarnos, así me quedo con la mitad.]

EL

Si mi amor, te lo prometo. [Te quiero alzar y sentar en la mesada de la cocina y metertela sin parar.]

ELLA

¿Nunca? ¿Hasta que la muerte nos separe? [¿O hasta que me quede con la mitad de todo lo que tenés?]

EL

Si mi amor, hasta que le muerte nos separe. [...te voy a dar murra putita.]


Epílogo del autor
Una de las características de un narrador omnisciente
es que se interna en los personajes y les cuenta a los lectores los pensamientos más íntimos que cruzan por sus mentes.
En las relaciones de pareja generalmente uno de los dos quisiera gozar de este don, y que al no poseerlo raramente evita preguntar el tan molesto "¿en qué pensas?".
Para aquellos que anhelan el don de la omniscencia, les propongo volver a leer este diálogo pintándolo con el mouse.
"Ten cuidado de lo que deseas, se te puede cumplir."